In today’s First Reading, the prophet Ezekiel announces that God will gather his people by cutting out a branch from the great cedar tree planted on the highest mountain, and bring about the growth of many other trees. Ezekiel’s enthusiasm is reflected in the teachings of Jesus, who announces the kingdom of God in a parable. The Lord takes whatever is small—a mustard seed, a grain of wheat, or a small branch—and makes it grow. For this reason, we can always place our trust in him. We trust that the Lord of earth and sky will lead us through dark valleys toward his wonderful light and peace. From the smallest to the largest, all is well in God’s heart! Saint Paul continues the theme of trust in his Letter to the Corinthians, in which he exhorts us to live for the Lord while on earth, until we reach our heavenly reward. This theme invites us to reflect: In what or in whom do we place our trust? In our human labor, in those human relationships that can make our lives easier, or in material things that will ultimately disappear with time? The word of God today gives us an answer. Our trust should come from our faith in God and love of neighbor. More than with words, our response of trust should resound in our faith and our actions.
XI Domingo Ordinario
En la primera lectura, el profeta Ezequiel anuncia cómo Dios ha de congregar a su pueblo al cortar del cedro sembrado en la montaña más alta, las ramas de las que han de brotar muchos retoños. Con el mismo entusiasmo que Ezequiel refleja con su anuncio al pueblo de Israel, Jesús en el Evangelio anuncia la llegada del Reino por medio de una parábola. En las manos del Señor todo lo pequeño se hace grande y crece; por ello, podemos colocar nuestra confianza en aquel que vive entre nosotros y nunca nos abandona. El Señor del cielo y de la tierra nos guía y conduce por los valles de tinieblas hacia la luz de su presencia. Con plena confianza en Dios, todo lo pequeño se engrandece para reflejar su fuerza y su amor. San Pablo continúa el tema en su carta a los Corintios donde les exhorta a vivir para el Señor en la vida o en la muerte. Este tema nos invita a reflexionar: ¿En qué o quién colocamos nuestra confianza a diario? ¿En los trabajos humanos, las relaciones que nos facilitan una mejor vida en la tierra, o en las cosas materiales que, a fin de cuentas, desaparecerán con el tiempo? La palabra hoy nos reclama una respuesta que debe surgir de nuestra fe en Dios y en el prójimo. Más que con palabras, son los hechos los que han de ayudarnos a expresar nuestra respuesta.