We think of the prophets as people a little frayed, radicals. His word, we imagine as always hard, leading to extreme and painful decisions. But it's not like that. The disciples were sent by Jesus to preach the kingdom of God, namely, that all men and women are called to be part of God's family, we are all in fact already sons and daughters of God, we are all instruments of the merciful and compassionate love of God, beyond borders, cultures, languages and even religions. That is the great prophetic message of Jesus. We are prophets in the service of reconciliation and marriage within the family of God. We are not prophets of doom or divisions, but meeting and fraternity.
The first and second readings illuminate this aspect of our mission. God tells the village leaders that they have not taking care of the flock, but rather divided, and dispersed. Therefore, God announces that he will gather the scattered sheep, and will put good shepherds to care for the flock, and keep it together. The reading ends with the announcement of the arrival of a king who will shepherd the flock with justice. It is the righteousness of God is to give everyone not "theirs" but all they need to grow, to perform, to develop fully the immense gift which God himself has given us, life. And the second reading of the letter to the Ephesians speaks of Christ as the axis on which the two separated people reconcile: the Jewish and the pagan world. It was the great divide that existed in the time of Jesus. On the one hand, those who own the promises of God felt, on the other those who were excluded. There was misunderstanding and enmity between the two peoples. There was a big gap. The same reading says that Jesus has gathered for their sacrifice the two peoples, has broken down the dividing wall and was made of hate, has made peace between the two, has created a new people, has brought peace.
It is Christ who reconciles people. Which it serves all full of compassion because we see, in the words of today 's Gospel, as "sheep without a shepherd." To us to continue his mission and be prophets in the service of reconciliation. In the world and in our nation, in our neighborhood and in our family. Whenever someone we reconcile, we are true Christians. That means Christians: to be creators of forgiveness, brotherhood, reconciliation.
Is there any aspect of your life that is in need of reconciliation and forgiveness?
Profetas al servicio de la reconciliación
Pensamos en los profetas como personas un poco crispadas, radicales. Su palabra la imaginamos siempre dura, llevándonos a decisiones extremas y dolorosas. Pero no es así. Los discípulos fueron enviados por Jesús a predicar el Reino de Dios, es decir, que todos los hombres y mujeres estamos llamados a formar parte de la familia de Dios, que todos somos de hecho ya hijos e hijas de Dios, que todos somos objeto del amor misericordioso y compasivo de Dios, más allá de las fronteras, de las culturas, de las lenguas e, incluso, de las religiones. Ése es el gran mensaje profético de Jesús. Somos profetas al servicio de la reconciliación y de la unión en el seno de la familia de Dios. No somos profetas de desgracias ni de divisiones, sino de encuentro y de fraternidad.
La primera y la segunda lectura iluminan este aspecto de nuestra misión. En la primera lectura, Dios se dirige a los líderes del pueblo. No han cuidado del rebaño, lo han dividido, lo han dispersado. Por eso, Dios anuncia que va a reunir a las ovejas dispersas, que va a poner a su frente a pastores que cuiden del rebaño, que lo mantengan unido. Termina la lectura con el anuncio de la llegada de un rey pastor que hará justicia al rebaño. Es la justicia de Dios que consiste en dar a cada uno no “lo suyo” sino todo lo que necesita para crecer, para realizarse, para desarrollar en plenitud este don inmenso que Dios mismo nos ha regalado que es la vida. Y la segunda lectura de la carta a los efesios habla de Cristo como el eje sobre el que se reconcilian los dos pueblos que estaban separados: el mundo judío y el mundo pagano. Era la gran división que se vivía en los tiempos de Jesús. Había incomprensión y enemistad entre los dos pueblos. Había una gran separación. La misma lectura afirma que Jesús ha reunido por su sacrificio los dos pueblos, ha derribado el muro que los separaba y que estaba hecho de odio, ha hecho las paces entre los dos, ha creado un nuevo pueblo, ha traído la paz.
Es Cristo el que reconcilia a los pueblos. El que atiende a todos lleno de compasión porque nos ve, al decir del Evangelio de hoy, como “ovejas sin pastor”. A nosotros nos corresponde continuar su misión y ser profetas al servicio de la reconciliación. En el mundo y en nuestra nación, en nuestro barrio y en nuestra familia. Cada vez que logramos que alguien se reconcilie, estamos siendo cristianos de verdad. Eso significa ser cristianos: ser creadores de perdón, de fraternidad, de reconciliación.
¿Hay algún aspecto de tu vida que esté necesitado de reconciliación y perdon?