With this celebration, we conclude the Easter season. The passages chosen as readings for the Liturgy of the Word display many images that help us understand the power of the Holy Spirit in the life of the Church. The descent of the Holy Spirit upon the apostles extended across all nations, and made it possible for the many who were gathered in Jerusalem to understand the Gospel in their own language. The language of faith was communicated to them through the power of the Spirit. The Second Reading and the Gospel describe the fruits of the Spirit among us. Saint John speaks of the Spirit as the consoler and Spirit of truth. In his letter to the Galatians, Saint Paul clearly distinguishes between the works of selfish and conceited hearts from those born out of the Spirit’s love. This distinction is as valid today as it was then for the Galatians. Filled with great joy, we celebrate the unity and peace that the Spirit brings about among the members of our community, the Church. For this reason, we give thanks to the Lord for those who share the gifts of the Holy Spirit with us, our Holy Father, Pope Francis, our bishops, priests, deacons, lay ministers, volunteers, and those who proclaim the reign of God in our community today. Such an attitude of thanksgiving may find expression in today’s liturgy through the choice of liturgical music, the prayers of the faithful, the presentation of the gifts, or perhaps, in the recognition of specific ministries after Mass.
-Saul Oñate, DRE
Domingo de Pentecostés
La celebración de hoy concluye el Tiempo de la Pascua de Resurrección. Los textos escogidos como lecturas en la liturgia de la Palabra contienen innumerables imágenes que nos ayudan a comprender la fuerza del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia. La descripción del descenso del Espíritu sobre los apóstoles facilita que la proclamación del Evangelio se extienda por todas las naciones, ya que todos los que estaban reunidos en Jerusalén entendían en sus propias lenguas el mensaje que aquellos Galileos anunciaban; era la lengua de la fe que les hacía llegar a todos por igual la fuerza del Espíritu Santo. La segunda lectura y el Evangelio narran los frutos del Espíritu entre nosotros. San Juan lo llama el Consolador, el Espíritu de la Verdad, y San Pablo, en la carta a los Gálatas, distingue claramente entre las obras que nacen de los corazones desordenados y egoístas de aquellas que son frutos del Espíritu Santo. Esta distinción es tan válida hoy en día como lo fue en el tiempo de los Gálatas. Llenos de alegría por esta celebración que nos une en el amor y la fuerza del Espíritu Santo, hoy podemos dar gracias al Señor por nuestra Iglesia, por nuestros pastores, en especial por el Santo Padre, el Papa Francisco, por los obispos, sacerdotes, diáconos, ministros laicos, voluntarios y por todos los que, animados por la presencia del Espíritu Santo, proclaman el Reino de Dios en la sociedad. Esta expresión de agradecimiento puede formar parte de la liturgia acentuando algunos elementos de la celebración: el repertorio musical, las peticiones de la Plegaria Universal, los comentarios, la presentación de los dones, o quizás, el reconocimiento de los ministerios o grupos parroquiales