Palm Sunday is the final Sunday of Lent, the beginning of Holy Week, and commemorates the triumphant arrival of Christ in Jerusalem, days before he was crucified. Palm Sunday is known as such because the faithful will often receive palm fronds which they use to participate in the reenactment of Christ's arrival in Jerusalem. In the Gospels, Jesus entered Jerusalem riding a young donkey (colt), and to the lavish praise of the townspeople who threw clothes, or possibly palms or small branches, in front of him as a sign of homage. This was a customary practice for people of great respect. Palm branches are widely recognized symbol of peace and victory, hence their preferred use on Palm Sunday.
The use of a donkey instead of a horse is highly symbolic, it represents the humble arrival of someone in peace, as opposed to arriving on a steed in war. A week later, Christ would rise from the dead on the first Easter. During Palm Sunday Mass, palms are distributed to parishioners who carry them in a ritual procession into church. The palms are blessed, and many people will fashion them into small crosses or other items of personal devotion. These may be returned to the church or kept for the year. Because the palms are blessed, they may not be discarded as trash. Instead, they are appropriately gathered at the church and incinerated to create the ashes that will be used in the follow year's Ash Wednesday observance. The colors of the Mass on Palm Sunday are red and white, symbolizing the redemption in blood that Christ paid for the world.Cuando llegaba a Jerusalén para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó. Antes de entrar en Jerusalén, la gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso, tal como acostumbraban saludar a los reyes. Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban: "¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!" Entró a la ciudad de Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital de su nación, y mucha gente, niños y adultos, lo acompañaron y recibieron como a un rey con palmas y ramos gritándole “hosanna” que significa “Viva”. La gente de la ciudad preguntaba ¿quién es éste? y les respondían: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”.
Esta fue su entrada triunfal. La muchedumbre que lo seguía estaba formada por hombres, mujeres y niños, cada uno con su nombre, su ocupación, sus cosas buenas y malas, y con el mismo interés de seguir a Jesús. Algunas de estas personas habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas. Esto los llevó a alabarlo con palmas en las manos cuando entró en Jerusalén. Fueron muchos los que siguieron a Cristo en este momento de triunfo, pero fueron pocos los que lo acompañaron en su pasión y muerte. Mientras esto sucedía, los sacerdotes judíos buscaban pretextos para meterlo en la cárcel, pues les dio miedo al ver cómo la gente lo amaba cada vez más y como lo habían aclamado al entrar a Jerusalén. ¿Qué significado tiene esto en nuestras vidas? Es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras vidas. Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir a Cristo. Decir “que viva mi Cristo, que viva mi rey...” Es un día en el que le podemos decir a Cristo que nosotros también queremos seguirlo, aunque tengamos que sufrir o morir por Él. Que queremos que sea el rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero. Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos de nuestra vida.
Explicación de la Misa del Domingo de Ramos La Misa se inicia con la procesión de las palmas. Nosotros recibimos las palmas y decimos o cantamos “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. El sacerdote bendice las palmas y dirige la procesión. Luego se comienza la Misa. Se lee el Evangelio de la Pasión de Cristo. Al terminar la Misa, nos llevamos las palmas benditas a nuestro hogar.