As the apostles affirmed with words and signs the presence of the risen Lord among the communities of Jewish converts—now members of the Church by baptism and confirmation—today the Book of Acts testifies to the conversion of the Gentiles. The First Reading recounts the experiences of Peter in the house of Cornelius, the Roman official. As Saint Paul did in Macedonia and parts of Asia, Peter accepted the mandate of the Holy Spirit that the Gentiles, too, should be welcomed into the new ecclesial community through baptism. This was a radical change that shocked Peter’s companions, who had a closed-off attitude toward outsiders. Only love—as Saint John proclaims in today’s Gospel and Second Reading—can overcome these boundaries! Our Church has long endured the human conflict between openness and the closed worldview induced by our pride. Even so, through a large number of ecumenical councils, the Holy Spirit has guided our shepherds to pronounce God’s will for us in the midst of theological or pastoral confusions in a given historical context. This interesting theme may serve as reflection and dialogue for the faithful, especially for our ministers and seminarians. Using this text from the Book of Acts, reflect on our attitudes toward the prevailing cultural diversity in our society. What challenges do we encounter as obstacles to unity in our faith? Are there “strangers” for us in the Church?
-Saul Oñate, DRE
VI Domingo de Pascua 6 de mayo de 2018
A medida que los apóstoles afirmaban con palabras y signos la presencia del Señor Resucitado en las comunidades de judíos conversos, ya miembros de la Iglesia por el Bautismo y la Confirmación, el libro de los Hechos nos dirige hacia la conversión de los paganos. Hoy la primera lectura presenta la experiencia de Pedro en la casa del oficial Cornelio. Como Pablo en Macedonia y partes de Asia, Pedro acepta el mandato del Espíritu Santo de que también el Señor llama a los paganos para formar parte de la nueva comunidad eclesial. Este es un cambio radical para los que acompañaron a Pedro porque vivían con una actitud religiosa cerrada hacia los extranjeros; solamente se puede superar con un amor como el que Cristo clama y san Juan proclama (segunda lectura y Evangelio de Juan). Nuestra Iglesia ha sufrido tendencias históricas que han marcado, o bien una actitud abierta como Cristo quiso, o bien cerrada como a veces los seres humanos impusieron. Aun así, por medio de los Concilios, el Espíritu Santo ha guiado a nuestros pastores a pronunciar la voluntad de Dios en medio de cualquier confusión teológica o pastoral existente en un momento dado. Este tema tan interesante sirve de reflexión y diálogo para todos nuestros fieles, especialmente para aquellos que forman parte de los ministerios laicos y para los seminaristas: Con este texto del libro de los Hechos, conviene reflexionar sobre nuestra actitud hoy en día ante la diversidad cultural que prevalece y crece en nuestra sociedad. ¿Qué desafíos se presentan con frecuencia para impedir la unidad en la fe? ¿Existen “extranjeros” para nosotros en la Iglesia?