Each Christmas the First Communion class would put on a production of “The Live Nativi- ty” for the parish. All the members of the class had a part in the play. Some of the parts in- cluded Mary and Joseph, the three wise men, as well as sheep and cattle. The nativity ended with James and Tom Digby singing The Little Drummer Boy while one of the children walked back and forth across the stage playing a drum. During the play Christmas carols were sung and everyone had a great time singing and watching the kids perform.
In addition, on Christmas Eve the church had a children’s Mass where the children of the par- ish sang carols for their parish family. At the end of Mass, the lights would suddenly dim and a loud knock would be heard at the door. One of the ushers would open the door and Santa Claus would walk quietly down the aisle, kneel at the altar and receive a blessing from our pastor before he walked back up the aisle and left the building. The children were in awe. This simple gesture had such an impact on all of us.
Written by: Pam Digby, Cathy Prowell, and Ju- lie Digby
Celebraciones de Navidad
Cada Navidad, la clase de la Primera Comunión
ponía una producción de "El Nacimiento en vivo"
para la parroquia. Todos los miembros de la clase
tenían un papel en la obra. Algunas de las partes
incluían a María y José, los tres reyes magos, así
como a las ovejas y el ganado. La natividad termi-
naba con Santiago y Tom Digby cantando El Niño
del Tambor mientras uno de los niños caminaba
de un lado a otro del escenario tocando un tam-
bor. Durante la obra se cantaban villancicos y to-
dos se divirtieron cantando y viendo a los niños
tocar. Además, en la víspera de Navidad, la iglesia
tenia una misa infantil donde los niños de la pa-
rroquia cantaban villancicos para su familia parro-
quial. Al final de la misa, las luces se apagarían
repentinamente y se escucharía un fuerte golpe
en la puerta. Uno de los ujieres abriría la puerta y
Papá Noel caminaba en silencio por el pasillo, se
arrodillaba ante el altar y recibía una bendición
de nuestro párroco antes de regresar por el pasi-
llo y abandonar el edificio. Los niños estaban
asombrados. Este simple gesto tuvo un gran im-
pacto en todos nosotros.
Escrito por: Pam Digby, Cathy Prowell y Julie
Digby